El fracaso exige pararnos, analizar en qué se ha errado, identificar en qué se puede mejorar, definir una nueva estrategia y actuar en base a ella.
El fracaso no debe ser motivo de decaimiento de nuestra autoestima, sino que debe ser momento de reflexión y análisis. Cada fracaso debe ser un nuevo comienzo, partiendo siempre de una base más sólida gracias a la experiencia del fracaso anterior.
Si logramos convertir el fracaso en un mejor punto de partida para un nuevo reto, estaremos en el camino del éxito.
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