La sabiduría de Séneca: “hace falta toda una vida para aprender a vivir”. Al final, se aprende con la experiencia.

Alejandro Betancourt citas faovoritas: Experiencia
 
La experiencia es otra de las claves fundamentales del éxito. A veces creemos que un buen manual, un conocimiento teórico o un plan de negocios adecuado es suficiente para lograr nuestros objetivos. Esto, aunque también necesario, no puede sustituir lo que nos aportan nuestras propias vivencias y las conclusiones que sacamos de ellas. A veces, como decía Séneca, es necesario haber pasado por todo un proceso para lograr comprender y dominar ese mismo proceso. Y no hay atajos para ello.

Los fracasos son pasos

Nuestros aciertos nos refuerzan y nos permiten mejorar nuestros procesos, pero el valor la experiencia adquirida no se ciñe únicamente a aquellas cosas que hacemos bien, sino también a nuestros errores. Las equivocaciones son parte del proceso evolutivo de un proyecto. Aportan experiencias reales, que nos permitirá tomar las decisiones acertadas que nos acerquen a nuestras metas en situaciones futuras. Estas son las experiencias que mas valor tienen en todos los ámbitos. A veces existe una especie de vergüenza o rechazo al fracaso que nos puede llevar a esconderlo y olvidarlo, cuando realmente es una poderosa fuente de información y preparación. Los errores no deben de desanimarnos debemos de ser capaces de aprender de ellos con espíritu crítico. Analizarlos y hacernos dos preguntas clave. ¿Que podemos aprender de esa experiencia? y ¿en que ha sido positiva?. Si nos hacemos estas dos preguntas seriamente y con atención, en la mayoría de los casos nos sorprenderá encontrar respuestas que nos acercarán más a nuestras metas. Y es que la inmensa mayoría de las historias de éxito se producen tras numerosos fracasos.

Grandes personajes con grandes decepciones

Quienes crean que la vida de los mayores empresarios, inventores, políticos, etc. de la historia universal son caminos de rosas están totalmente equivocados. Todos han pasado por momentos duros, donde sus ilusiones se desvanecían, sus inventos no funcionaban, sus empresas quebraban. Quizá el secreto fuese su perseverancia y una capacidad de superación. El análisis de sus experiencias, tanto positivas como negativas. 

Henry Ford por ejemplo creó dos empresas que fueron un fracaso antes de llegar a la Ford Motor Company que conocemos. La primera, Detroit Automobile Company, fundada en 1899, cayó en bancarrota en menos de dos años. La segunda, en 1901, a la que llamó Henry Ford Company, la acabó abandonando. Ambos fracasos ayudaron a que el tercer intento resultase un éxito.

Otro personaje ilustre que se enfrentó a sus errores y equivocaciones con tenacidad fue Abraham Lincoln. Antes de llegar a ser presidente de los Estados Unidos pasó prácticamente por todos los avatares posibles: pérdida del trabajo, fracaso empresarial, muerte de su gran amor, fracasos en diversas etapas como político… y a pesar de ello llegó a ser presidente. ¿El secreto? Quizás el haber sabido aprovechar bien esas enseñanzas y no desanimarse ni abandonar.

Un camino personal

Sin olvidar otros factores indispensables, lo que nos llevará a alcanzar nuestra meta finalmente será nuestra fuerza de voluntad, la persistencia y la capacidad de análisis de nuestros aciertos y errores.

Por otro lado, la experiencia es el único factor que nos enseñará a vivir, la única desventaja es que cuando la adquirimos, generalmente ya no la necesitamos. El aprendizaje que nos otorga la experiencia vital, se adquiere, como es obvio, sólo con el transcurso de la propia vida.


“Ir juntos es comenzar. Mantenerse juntos es progresar. Trabajar juntos es triunfar”. Es el valor del equipo. Para Henry Ford: imprescindible.

 
En un contexto donde la excelencia en el rendimiento radica en la mayor especialización de los individuos en aspectos profesionales muy específicos, el éxito de una acción colectiva como es la acción empresarial radica en la capacidad de colaborar y cooperar con otras personas. El afianzamiento de buenas dinámicas de grupo en la acción empresarial generará unas sinergias muy beneficiosas de cara a obtener un mayor rendimiento de la empresa. Los valores grupales como el compañerismo, la solidaridad o la coordinación nos ayudarán a generar estas sinergias, y estas nos ayudarán a alcanzar el éxito.

Para Henry Ford era imprescindible el trabajo en equipo, única forma de alcanzar el éxito. En un entorno empresarial donde la especialización de cada uno de los integrantes del grupo es comúnmente bastante elevada, resulta crucial que las barreras existentes sean derribadas mediante la cohesión, la coordinación, el trabajo conjunto y la confianza en los compañeros. Debido precisamente a esa necesidad de especialización, la complementación es requisito imprescindible, y todas las acciones que nos lleven a generar esa sinergia son factores que derivan en la excelencia del rendimiento del grupo, y a la postre, a la consecución de las metas buscadas. Es el progreso en este avance integrador el que marcará el grado de implicación del equipo y así lo refleja la cita de Ford, que no deja dudas sobre la relación unívoca entre el triunfo y trabajar juntos.

Potenciar los valores grupales en nuestro proyecto empresarial redundará en un aumento considerable de las expectativas de éxito. El compañerismo, la solidaridad, el pensamiento colectivo frente al individualista, la pertenencia a un proyecto común más allá de los beneficios puramente económicos de cada uno o la capacidad de formar equipo son características vitales para lograrlo.

El nivel que alcanza la cohesión se puede medir mediante dos parámetros: el primero es la motivación. En un equipo que se siente poco cohesionado, con un proyecto que no ve como suyo, sus partes no parecen encajar y por tanto se percibe que no hay posibilidades reales de alcanzar las metas. Esta baja moral lleva a la alienación del proyecto con respecto a la persona, no sólo de nuestra propia empresa, sino con las que trabajamos normalmente o tenemos relación. La percepción de falta de coordinación y la desmotivación son síntomas perceptibles por los integrantes de nuestra empresa y el entorno que nos visita o tiene relación con ella. Y huelga decir que esta imagen es muy negativa para el progreso. El segundo parámetro es la eficacia en el rendimiento. Cuando las personas que forman nuestro proyecto no logran comunicarse o comprender el trabajo de los otros y cómo este redunda en el conjunto, se producen descoordinaciones que, como poco, hacen fluctuar el rendimiento global. A veces los individualismos añaden más leña al fuego y levantan barreras que hemos de eliminar en todas las capas de nuestro equipo. Es necesario hacer ver que todo el mundo es parte del proyecto, sea cual sea su función. Las frases que deben imperar son las basadas en la primera persona del plural: “Somos capaces”, “Hemos conseguido”, “Vamos a lograr”, “Hemos llegado”. Lograr la excelencia en el rendimiento pasa siempre por el empoderamiento del equipo.

Por supuesto, no hemos dejar de lado en ningún momento los procesos y métodos que permiten la integración exhaustiva de todas las partes. Estudiar las formas más idóneas de comunicación y establecer sistemas de relación interpersonal adecuados a nuestra empresa y funciones es vital. Fomentar la participación del equipo en labores de grupo, estudiar los puntos flacos que puedan existir en las relaciones entre diferentes personas con distintas funciones o examinar la capacidad de liderazgo y motivación de los responsables será algo que nos acompañe al camino del éxito.


Henry Ford, fundador de Ford, piensa que “un negocio que no hace algo más que dinero es un negocio pobre”.

Citas favoritas Alejandro Betancourt: Un negocio que no hace algo más que dinero, es un negocio pobre
 
…decía Henry Ford. Y razón no le faltaba, que muchas personas caen en el error de valorar a una empresa, propia o ajena, en función de una cuenta de resultados que muestre las ganancias económicas y nada más. Y podría parecer lógico, al fin y al cabo, lo más sencillo de cuantificar siempre han sido los números. Pero si profundizamos en la interpretación de unos resultados, ¿es realmente un volumen de beneficios todo lo que hemos conseguido? O debería de haber algo más. Nuestras metas son pobres si no incluyen ningún objetivo adicional.

Como ya sabemos, un proyecto empresarial tiene como base la realización continua de una serie de objetivos. Por la propia naturaleza cíclica del proceso, entrarán en juego diversos factores que contribuyen al éxito. La rentabilidad es un factor clave, necesario pero no suficiente. A la hora de llevar a la práctica una idea y convertirnos en emprendedores hemos de fijar metas, y esas metas deberían incluir los frutos que pretendemos conseguir: lo que nuestra empresa aportará a la sociedad, al consumidor, a otras empresas, y a nosotros mismos y nuestra familia a nivel personal… La innovación por ejemplo que nuestra idea puede aportar podría cambiar la forma de realizar un proceso, lo cual redundaría en cambios en el sector. Tenemos la capacidad de cambiar nuestro entorno, y si es para mejor, tendremos como recompensa además del aumento económico de nuestros beneficios monetarios, también las satisfacción de nuestra necesidad de contribución producto de nuestra aportación social. Es por ello que incluir como meta todo aquello que contribuye al éxito, incluidos los valores de la marca, es la mejor forma de afianzar nuestro proyecto y asegurar su futuro.

Para poder identificar esos valores que acompañan al éxito y que a priori pudieran parecer intangibles, hemos de evaluar las bases sobre las que se asienta nuestro proyecto empresarial. ¿Es únicamente ganar dinero? ¿O también formar un negocio estable aportando un valor a la sociedad? ¿Podemos contribuir a avances que redunden en mejoras tangibles? ¿Podemos revolucionar procesos establecidos? Estas y otras preguntas similares, nos llevarán a determinar esos resultados que se pueden escapar al simple valor económico. Y por supuesto, no debemos dejar de lado nuestros objetivos personales. Una vez establecidos y claros, en nuestra cuenta de resultados añadiremos y cuantificaremos en la medida de lo posible el porcentaje de consecución de dichos objetivos. A veces unos rendimientos pobres económicamente pueden tener sin embargo repercusiones sociales muy positivas. Y siempre, al final, todo lo positivo es parte del camino al éxito. Lo importante es comprobar si nuestras metas tienen sentido desde un punto de vista global.


Según el filósofo Peter Drucker, “emprender no es ni una ciencia ni un arte. Es una práctica”. Se hace y se practica emprendiendo.

Citas favoritas Alejandro Betancourt: Emprender no es ni una ciencia ni un arte. Es una práctica
 
Para comprender lo que nos quiere transmitir Drucker hemos primero ver el valor de la innovación dentro del proceso de la realización de una idea. Es la capacidad de aportar lo que nos permite el desarrollo. Sin embargo, la propia naturaleza de la innovación la hace poco proclive a depender de la teoría, es mucho más fácil alcanzarla con la práctica. Esto es debido a que si realmente estamos creando un nuevo método, concepto, producto o idea realmente no encontraremos documentación o casos anteriores que nos permitan abordar el proceso antes de experimentarlo con la garantía de que los resultados serán los que deseamos. Al final, será nuestra experiencia y práctica la que nos aporte los datos y conclusiones más fiables. Ni la escasa documentación (si es que la hubiese) sobre nuestro caso concreto, ni el arte entendido como capacidades intuitivas o imaginación, nos ayudarán a establecer los parámetros que necesitamos para el éxito empresarial.

Las fuentes de la innovación, por tanto, que nos llevan a las oportunidades que creamos nosotros mismos deben ser identificadas con éxito. Y deberemos desestimar todo aquello que no procede de dichas fuentes. Muchos emprendedores acaban poniendo sus esfuerzos en pormenores, perdiendo fuerza en cosas que no son precisamente la fuente de la que brota su empresa. Pero esa fuente no puede ser la inspiración o la genialidad, que puede ocurrir, pero es algo fortuito de lo que no podemos depender, esa fuente debe provenir del trabajo organizado, sistemático y con una metodología clara. Y, aunque podemos seguir consejos y enseñanzas, al final los únicos resultados realmente adecuados para nuestro caso provendrán de la retroalimentación de nuestros propios datos, experiencias y resultados. Por ello, nadie nos va a enseñar cómo llevar nuestra empresa a los logros que esperamos, sino que seremos nosotros mismos con nuestro esfuerzo, innovación y buen hacer los que lo consigamos.

El proceso de emprender al fin y al cabo será por tanto el aprovechamiento de una oportunidad con un grado de éxito suficiente que nos permita avanzar innovando. Esta oportunidad surge de nosotros mismos, en un ciclo iterativo basado en el desarrollo y la innovación, donde cada iteración representará la creación y afianzamiento del éxito. Nos pueden enseñar métodos, técnicas, experiencias y teoría, tanto científica como artística. Pero al final será nuestra experiencia la que marcará la conversión del proyecto en realidad empresarial.


Amancio Ortega, fundador de INDITEX, reflexiona: “el crecimiento constante es el mejor mecanismo de supervivencia”.

Alejandro Betancourt citas: Crecimiento
 
La fortaleza es la clave de la supervivencia. No hay mejor mecanismo para sobrevivir que tener la ventaja que otorga una mayor fortaleza respecto a nuestros competidores. Incrementar constantemente nuestra fuerza es indispensable para sobrevivir, de lo contrario, nuestros competidores nos derrotarán. La fuerza es la mayor de las ventajas y el crecimiento continuo es la mejor forma de lograrla.

El crecimiento es la clave que permite la evolución y supervivencia. Todos nuestros competidores tienen eso presente, y si nuestro crecimiento se estanca, lo más normal es que no seamos capaces de mantener nuestra posición por mucho tiempo. En las empresas si no se crece se decrece. Nuestra competencia siempre esta mejorando, y si no crecemos, nuestra oferta de valor se terminará deteriorando con a ellos que invariablemente continuarán progresando. El crecimiento aporta fortaleza a las empresas y su estructura que se cohesiona. Nuestra organización obviamente obtendrá mejores resultados, pero al mantener crecimientos positivos conseguimos también generar una mayor confianza a todos los niveles, mejores rendimientos y una sensación general de capacidad, contribución y logro necesarias para la realización personal.

Las claves del crecimiento


La metodología necesaria para lograr un crecimiento constante pasa por aplicar un proceso global en donde, fijando una meta objetivo, demos los pasos necesarios para su consecución de forma cíclica, es decir, un proceso que termina y vuelve a comenzar indefinidamente. Los pasos a seguir serían los siguientes:

1. Establecer la Meta u objetivo. La meta es lo que tiene que ser el motor de nuestra empresa, el objetivo a alcanzar, y ese objetivo debe de ser suficientemente ilusionaste para motivar a la organización a todos sus niveles a poner en valor su talento y capacidades. En definitiva, hacer lo necesario para alcanzarlo

Las preguntas pertinentes a resolver serían tales como estas:
¿Qué queremos conseguir? ¿Qué cambiará cuando lo consigamos? ¿Es suficiente esta meta o forma parte de una meta mayor? ¿Cuál es su peso en nuestro negocio de manera global? ¿Cómo será el resultado óptimo?


2. Estudiar la Realidad. Indica dónde estamos ahora de manera objetiva. Debemos analizar nuestra situación y la de nuestro mercado con total precisión basándonos en datos y hechos concretos para poder tomar constantemente el pulso de nuestra empresa.

¿Cuál es el estado actual? ¿Qué ha funcionado en el pasado? ¿Qué retos se nos presentan y cuales anticipamos? ¿Qué distancia existe entre la situación actual de nuestra empresa y la meta final? ¿Tenemos los recursos necesarios para alcanzar nuestros objetivos o necesitaremos dividir la meta en diversas metas intermedias?

3. Analizar los Obstáculos y Opciones. Todo aquello que nos impide llegar rápidamente a la meta. Las opciones que se presentarán, al igual que los obstáculos deben de ser resueltos con éxito para poder seguir avanzando hacia nuestra meta. 

¿Qué opciones tenemos para llegar a la meta y como mejor evaluarlas? ¿Qué solución podemos dar a los retos actuales? ¿Cómo podemos prepararnos ante obstáculos futuros? 

4. Elección de Tácticas. Diseñar la estrategia a implementar para lograr el crecimiento necesario para alcanzar nuestras metas.

¿Cómo abordaremos los procesos que nos permitirán? ¿Necesitamos una reingenieria de procesos centrada en el crecimiento? ¿Disponemos de la fuerza necesaria para acometer las formas de consecución?

5. Implantar Hábitos. Cómo mantener los procesos que han permitido a la empresa crecer y asegurar que se sigan implementando.

¿Tenemos identificados los procesos que nos han permitido crecer?¿podemos asegurar que se repliquen?

Como podemos ver, el método es circular, sigue una lógica PDCA (Planear – Desarrollar – Comprobar – Ajustar), es decir, que el crecimiento sencillamente no es un proceso que comienza y termina, sino que es continuo y así debe ser para poder sobrevivir en un mundo altamente competitivo. De nuevo, si no creces decreces.

Un ejemplo de este enfoque empresarial lo encontré en Hawkers. El secreto de su éxito ha sido centrar su estrategia empresarial en obtener un crecimiento espectacular y anteponer esto al resto de consideraciones. Clave en la implementación de su metodología ha sido el uso maestro de las redes sociales. Facebook se convirtió para ellos en la plataforma ideal para hacer crecer su negocio, y el continuo crecimiento de su base de seguidores en la plataforma la clave de su expansión. Mediante un uso genial de la herramienta publicitaria de Facebook y gracias a su capacidad para atraer a influencers y personalidades al proyecto han logrado un crecimiento sin precedentes que es lo que me llevó a interesarme por el proyecto. A día de hoy, Hawkers representa el paradigma del éxito gracias a la búsqueda incesante del  crecimiento.