En el camino de nuestra vida no podemos evitar encontrarnos ante situaciones transcendentes, donde será necesario que empleemos todos nuestros recursos personales y materiales para solventarlas. Es en estos casos, que nos ponen a prueba, donde se muestra el verdadero potencial de una persona. Estas pruebas nos ayudan a conocernos de verdad tanto a nosotros como a los demás.
A pesar de lo que a priori pudiera parecer, no estamos indefensos antes los golpes del destino, o la mala fortuna, según queramos verlo. A veces un buen trabajo anterior es lo que marca la diferencia entre quién supera un momento de crisis y el que sucumbe. Y tampoco es la preparación para el hecho concreto en sí, ya que la variedad de situaciones que se nos pueden presentar es infinita. Cuando algo ocurre de vital importancia lo que tiene más peso en su desenlace es nuestra preparación general anterior, todo el conjunto de hechos que nos llevan a un determinado estado mental y físico. No serán únicamente nuestras posesiones materiales las que determinen nuestra capacidad de atravesar un momento delicado con mayor o menor soltura y garantía de éxito. Seremos nosotros.
Hay incluso una actitud ganadora digna de mención. Aquellos que precisamente sacan partido de una situación transcendental o muy delicada que se les presenta. Sería el famoso filósofo Friedrich Nietzsche el que resumió muy bien con una sencilla cita este hecho: “Aquello que no te mata te hace más fuerte”. Hemos de ver un instante delicado como una oportunidad, un buen momento para sacar toda la artillería que hemos construido pacientemente, y utilizar todo el potencial que, día a día, hemos alimentado para lograr no sólo superar el momento clave, sino surgir renovados y más fuertes.
Hay otra persona que me gustaría mencionar como un ejemplo claro de esta superación y fuerza: Stephen Hawking, el famoso investigador y divulgador. Independientemente de los detalles de su historia, de su vida, existe un hecho claro: ante una enorme adversidad su potencial ha sido igual o superior a la misma, convirtiéndose en una persona que ya ha dejado una impronta vital en la historia de la humanidad. ¿Es quizás por una personalidad venida de su genética o bien el producto de un entrenamiento continuo, de una preparación personal? Todo indica lo segundo. Nuestro potencial puede ser alimentado, potenciado, formado, y día a día iremos descubriendo como crece. De esta forma contaremos con la fortaleza necesaria para no ser arrastrados por la marea en los momentos cruciales. Saber que estamos preparados nos permitirá afrontar los retos con garantías de éxito. En los momentos de crisis es cuando se mide el verdadero carácter.
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