“Si quieres cambiar el mundo cámbiate a ti mismo”. Quizá esta inspiración de Mahatma Gandhi sea el mejor punto de partida.

 

El todo es más que la suma de las partes. 


La conducta de un individuo siempre estará determinada por los estímulos que reciba del conjunto de la sociedad con la que interacciona. Y del mismo modo, la norma de conducta dominante en una sociedad estará condicionada por el comportamiento individual de quienes la integran.

Si nuestras acciones condicionan, por ende, el modo en que la sociedad actúa, se puede afirmar con rotundidad que cambiar nuestros procedimientos de actuación condicionará también, -al menos parcialmente- el modo en que funcione el mundo.

Lo cierto es que, un buen comienzo para cambiar el mundo, tal como inspiraba Gandhi, es comenzar a cambiarnos a nosotros mismos. Más aún si entendemos que nosotros, y sólo nosotros como individuos, tenemos un gran poder directo sobre nuestra capacidad de acción. Actuar directamente sobre el mundo, en cambio, puede que nos resulte algo más complicado.


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