Todo el mundo se piensa ganador. Kennedy presentía que “el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”.

Alejandro Betancourt citas de exito: El éxito tiene muchos padres pero el fracaso es huérfano. (Kennedy)
 
El ser humano tiene, en su naturaleza, el instinto de huir de la culpa y de la responsabilidad. Esto hace que cuando una circunstancia no es del todo favorable, -por ejemplo, el éxito de una labor empresarial o profesional- las personas traten de eludir su responsabilidad, de culpar a otros factores de sus errores o, incluso, de desviar conscientemente la atención del problema.

Cuando las circunstancias son favorables, en cambio, las personas tendemos a involucrarnos. Buscamos ser parte del éxito acaparando el mayor grado de responsabilidad posible sobre el mismo. Queremos sumarnos al triunfo.

El objetivo: atribuirnos el éxito. Porque todos queremos ser padres del éxito. Y nadie quiere apadrinar un fracaso.


“Si quieres cambiar el mundo cámbiate a ti mismo”. Quizá esta inspiración de Mahatma Gandhi sea el mejor punto de partida.

 

El todo es más que la suma de las partes. 


La conducta de un individuo siempre estará determinada por los estímulos que reciba del conjunto de la sociedad con la que interacciona. Y del mismo modo, la norma de conducta dominante en una sociedad estará condicionada por el comportamiento individual de quienes la integran.

Si nuestras acciones condicionan, por ende, el modo en que la sociedad actúa, se puede afirmar con rotundidad que cambiar nuestros procedimientos de actuación condicionará también, -al menos parcialmente- el modo en que funcione el mundo.

Lo cierto es que, un buen comienzo para cambiar el mundo, tal como inspiraba Gandhi, es comenzar a cambiarnos a nosotros mismos. Más aún si entendemos que nosotros, y sólo nosotros como individuos, tenemos un gran poder directo sobre nuestra capacidad de acción. Actuar directamente sobre el mundo, en cambio, puede que nos resulte algo más complicado.


“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. La fuerza de la naturaleza es invencible para Pablo Neruda

Citas favoritas Alejandro Betancourt: Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera
 
La fuerza de la naturaleza es imparable. Es imposible luchar contra sus leyes y un error tratar de enfrentarlas. No es un error, sin embargo, comprender las dinámicas de la naturaleza y utilizarlas a nuestro favor.

El buen empresario sabe defenderse en el entorno en el que ha de actuar. Y este conocimiento, en tanto que necesidad, requiere empaparse de todos los factores y comprender cómo actúan, a fin de aprovecharlos efectivamente en su favor.

De la misma fuerza de la naturaleza se desprende otra premisa clave: si algo no es modificable, no vale la pena luchar contra ello. ¿Para qué consumir energía en aquello inamovible? La realidad es que, al intentarlo, nos consumirá unos recursos muy valiosos y perderemos la oportunidad de invertirlos en aquéllas situaciones en las que, por contra, sí tenemos capacidad de intervención.


“De humanos es errar; de necios, permanecer en el error” (Marco Tulio Cicerón).

 
Los errores son inevitables. Forman parte de la conducta humana, y por tanto, estarán presentes en todo momento en nuestra vida y en nuestra empresa. Quizás el punto más delicado y el que nos va a llevar más tiempo sea precisamente el identificarlos. Y es que son muchos los obstáculos que cegarán nuestra capacidad para reconocerlos. En algunos casos seremos nosotros mismos los culpables, bien por inexperiencia o por desconocimiento, mientras que en otros será la propia naturaleza del fallo la que complicará su detección.


El primer paso, el localizar y ser conscientes de los errores, requiere de un espíritu crítico y una capacidad de análisis objetiva. Hemos de tener presentes nuestras propias limitaciones a la hora de identificar los problemas, y ser conscientes de que el origen de los mismos puede ser externo o interno. Evitaremos las certezas, los dogmas y criterios absolutos examinando todas las partes y en general siendo objetivo y tratando de ver todos los ángulos e interpretaciones, teniendo claro lo que sabemos y no sabemos. Es importante admitir nuestras limitaciones. Al fin y al cabo, el espíritu crítico siempre empieza por uno mismo.



Una vez identificamos lo que no funciona hemos de ser capaces de adecuar nuestra respuesta al problema. Resulta vital tener la capacidad de generar una estrategia que nos permita reconocer con éxito el error antes de que se maximicen sus efectos. Una vez detectado, procederemos a corregirlo, minimizando sus efectos. Como todos los procesos iterativos que ocurren, con cada ciclo debemos aumentar nuestra eficacia. Si asignamos recursos a solucionar un fallo o evitarlo, pero no logramos nuestra meta, es posible que nuestra estrategia no sea la adecuada. Hemos de ser capaces de modificarla, adaptarla o incluso realizar una reingeniería completa del proceso afectado. Los procesos son dinámicos, y por tanto al solucionar algunos errores normalmente aparecerán otros asociados. Nuestra capacidad de analizarlos, localizarlos y eliminarlos debe ser flexible, inteligente y eficaz.



Por tanto los pilares en los que fundamentaremos nuestro progreso y en los que se basará la capacidad para el desarrollo de nuestro proyecto, sea vital o económico, serán tres: creatividad, pensamiento crítico e innovación. Combinados son una potente arma para evitar los errores futuros y solventar los presentes. La creatividad nos permite combinar ideas que nos sean de utilidad, que potencian una actitud motivadora y hacen que los retos a afrontar sean atacados de una forma no dependiente de la experiencia o de procesos estándar. El pensamiento crítico instrumentaliza la capacidad de cuestionar aquello que nos rodea, y nos otorga precisión, equidad y objetividad. Es absolutamente necesario para detectar y cortar de raíz problemas que de otro modo pasarían desapercibidos. Por último, la innovación permitirá sobreponerse a un error y desterrarlo, apoyada por un raciocinio lógico (process thinking) y un pensamiento estadístico. Si volvemos a hacer las cosas como ya sabemos obtendremos de nuevo el error que conocemos. Es necesario innovar creativamente.



La maestría que ganamos con cada proceso que estudiemos será vital para evitar los errores futuros e ir poco a poco llegando más y más lejos en nuestra eficacia y excelencia. Debemos revisar nuestros objetivos periódicamente y comprobar si nuestras acciones nos están acercando a esas metas. Si encontramos algo que no funciona hemos de cambiarlo y continuar re-evaluando pero siempre centrados en la solución, sin perder de vista el objetivo a alcanzar. Que las hojas no nos impidan ver el bosque. Las palabras de Cicerón nos enseñan que carecer de la sabiduría necesaria para reaccionar ante los errores nos anclará en ellos, condenándonos a repetirlos.